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Los ojos de Nora se abrieron en shock. “Debe haber un error. El nombre de mi padre no es Nathan y está vivo y coleando”.
Rico colocó suavemente una mano sobre su brazo.
“Escuchemos primero lo que tiene que decir, Nora. Quizás sea importante”.
Thomas asintió, mirando sus papeles. “Entiendo que todo esto es confuso. Déjame leer el testamento y luego discutiremos los detalles”.
Thomas leyó el testamento, que estipulaba que Sean recibiría la casa, el automóvil y las pertenencias personales de Nathan.
Nora recibirá un millón de dólares. Los ojos de Rico se iluminaron de emoción, pero Nora estaba furiosa.
“¡Él no es mi padre!”, exclamó. “No tengo ningún derecho a este dinero”.
Thomas pareció desconcertado y volvió a comprobar los documentos. “El testamento establece claramente que Nora es la hija de Nathan. Si realmente crees que hubo un error, el dinero irá a parar a Sean”.
Sean estuvo de acuerdo, lo que provocó que Nora rechazara verbalmente la herencia para evitar más trámites. Sin embargo, Rico se mantuvo firme.
“Nora, debes estar confundida. Todo en el testamento es correcto. Deberías aceptar el dinero”.
Una acalorada discusión estalló entre Rico y Sean. Nora, abrumada por el caos, finalmente intervino.
“¡Detente! Voy a hacerme una prueba de ADN para demostrar que este hombre no es mi padre. Si resulta que no lo es, el dinero irá a parar a Sean. Es la única solución justa”.
Thomas estuvo de acuerdo y pospuso la reunión para tener tiempo de obtener los resultados de la prueba de ADN.
De vuelta en casa, la tensión entre Nora y Rico ha llegado a un punto de ebullición. Discutieron ferozmente y sus voces resonaron por toda la casa.
“¡Debiste aceptar el dinero, Nora! No importa si es tu padre o no. ¡Necesitamos el dinero desesperadamente!”, gritó Rico.