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“Estoy ocupada, ya sabes cómo es”.
Harris estaba en la ducha. Inmediatamente comencé a buscar pruebas. Revisé sus pertenencias: los bolsillos de su chaqueta, su maletín y, finalmente, su teléfono.
Ahí es donde lo encontré. Un recibo de restaurante de una noche en la que me dijo que estaba trabajando hasta tarde. Vino, langostas para dos, postres para dos. No estaba con sus colegas. Es obvio.
Continué mirando su teléfono. Fue cuidadoso, pero no lo suficiente. Mis peores temores se confirmaron. Harris ayudó a Callie a robar mi proyecto. ¡Era su amante!
Me dolió, pero me negué a desplomarme. Harris y Callie pensaron que podían destruirme, tanto personal como profesionalmente. Pero no iba a dejar que lo hicieran. Tenía otros planes.
***
Mi último día en la oficina fue surrealista. Había pasado años recorriendo estos pasillos, poniendo mi corazón en cada proyecto, pero hoy era diferente. Hoy tenía un plan.