Trastornos psicológicos:
algunos pacientes que toman cortisona pueden experimentar trastornos del estado de ánimo, como ansiedad, depresión y cambios emocionales.
Los trastornos del sueño y las fluctuaciones de energía también son efectos potenciales.
Efectos oculares:
Los problemas oculares, como la formación de cataratas y el aumento de la presión intraocular, se han asociado con el uso prolongado de cortisona.
Aunque la cortisona puede ser un tratamiento eficaz en muchas situaciones, es fundamental comprender los posibles efectos secundarios. Los pacientes y los profesionales sanitarios deben trabajar juntos para evaluar los riesgos y beneficios del uso de cortisona, teniendo en cuenta la duración del tratamiento y la dosis administrada. El seguimiento regular y la comunicación abierta entre el paciente y el médico son esenciales para minimizar los riesgos asociados con este poderoso medicamento.
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